Un desayuno con variedad



La propia palabra desayuno quiere decir, literalmente, “romper el ayuno”. Al levantarnos, llevamos entre 8 y 10 horas sin ingerir nada. “El metabolismo de la persona es distinto por la noche, cuando es un metabolismo de reposo, y el origen de la captación de energía son los ácidos grasos. Es un modo que permite el descanso. Pero al despertar, tenemos un metabolismo de alerta y necesitamos glucosa, que introducimos a través de los alimentos, para ponernos en órbita. No hacerlo entorpece los niveles de atención, comprensión y de captación de información, que en el caso de los niños puede conducir a incluso al fracaso escolar. 
La primera comida del día debe contener, por tanto, tres componentes irrenunciables: hidratos de carbono (lo mejor: pan integral y cereales, una fruta entera o en zumo y cualquier tipo de lácteo (leche, cuajada, yogur o preparados de soja, avena, para los intolerantes a la lactosa). Sin embargo, el aporte de calcio de la leche no se puede sustituir totalmente por estos preparados, por lo que una buena solución podría ser la leche sin lactosa. Las tostadas con mantequilla y mermelada son una buena opción, pues suma hidratos, calcio, vitamina y fibras, aunque la mermelada no sustituye a la necesaria pieza de fruta fresca.
Aunque es fundamental mantener una dieta cambiando los tipos de pan, incorporando diferentes frutas cada vez. “La variación es un punto clave de la dieta, porque no todas las frutas tienen las mismas propiedades, ni todos los cereales son iguales”. “La mayoría de las dietas son monótonas porque no se le presta la atención adecuada, tenemos otras prioridades”, asegura por su parte González. “Un desayuno variad es menos aburrido y permite que nuestro cuerpo reciba una variedad importante de fibras, antioxidantes, fitonutrientes… que de otra manera no recibe”.
Está demostrado que omitir el desayuno o ingerir menos de 200 kilocalorías propicia la obesidad. “Entre los obesos hay un porcentaje muy grande de personas que no toma nada para desayunar”, asegura González. “El cuerpo necesita una distribución ordenada de las comidas. Si pasamos diez o más horas sin que el cuerpo reciba un aporte de calorías, desde la cena hasta media mañana, el cuerpo responde acumulando reservas para adaptarse a la situación, y por tanto hay tendencia a engordar”.
Para evitar la presión y las prisas a primera hora de la mañana, los nutricionistas recomiendan preparar el desayuno por la noche antes de irse a la cama. “Escenificar el desayuno es importante”, sobre todo para que los niños se acostumbren. Está demostrado que se desayuna más y mejor cuando se está acompañado por otros miembros de la familia y el desayuno se prolonga más de diez minutos. Es tan sólo un pequeño momento de la mañana que ayudará a tener una vida mucho más saludable. 

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