La
solución de algunos problemas de salud pasa irremediablemente por la ingesta de
alimentos crudos. Por ejemplo, resultan muy útiles para el desarrollo de dietas
hipocalóricas para tratar la obesidad. Las hortalizas crudas también aportan
grandes cantidades de potasio y pequeñas de sodio, lo que las convierte en
aliadas inestimables para tratar casos de hipertensión.
En el caso de la diabetes y del colesterol, la presencia elevada
de hortalizas crudas aporta bajas cantidades de azúcar y facilita el control
del consumo de calorías y grasas. Incluso en el caso del estreñimiento, los
grandes aportes en agua y fibra de las hortalizas crudas son de gran ayuda para
el control del tránsito intestinal.
A muchas personas les agrada y en diferentes culturas
es habitual comer pescados y mariscos crudos. Sin embargo, a veces, los
alimentos crudos pueden contener microorganismos capaces de provocarles
enfermedades a las personas.
Es importante lavarlas bien antes de comerlas y tener
ciertos cuidados. La congelación previa al consumo del pescado para prevenir la anisakiasis es obligatoria únicamente para los que se comen
crudos, para cocinar correctamente el pescado hay que someterlo 10 minutos a 60
grados centígrados, tanto si se cuece, se fríe o se hornea.
No obstante, apuntó
que la primera medida preventiva es limpiar y eviscerar el pescado, una tarea
para la que los comerciantes detallistas de pescados y mariscos son los que
mejores garantías de limpieza pueden dar.
En caso de que se quiera tomar el pescado crudo o prácticamente crudo, como es el caso de los boquerones en vinagre o pescados muy poco hechos, hay que congelarlo durante 24 horas a menos 20 grados centígrados.
La congelación a menos 20 grados es muy rápida por lo que las pérdidas de calidad son mínimas y que, pese a lo que airean los cocineros, la textura se mantiene prácticamente igual.
En caso de que se quiera tomar el pescado crudo o prácticamente crudo, como es el caso de los boquerones en vinagre o pescados muy poco hechos, hay que congelarlo durante 24 horas a menos 20 grados centígrados.
La congelación a menos 20 grados es muy rápida por lo que las pérdidas de calidad son mínimas y que, pese a lo que airean los cocineros, la textura se mantiene prácticamente igual.
En definitiva, se trata de aliados valiosos en el mantenimiento de
la salud, que además no son difíciles de intercalar en la dieta en forma de
ensaladas o postres y, en el caso de la fruta, por ejemplo, son la opción más
sana para sucumbir a la tentación de picar algo.
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